El síndrome de médula anclada no solo afecta a la infancia. En adultos puede manifestarse con dolor lumbar neuropático, cambios en la marcha, síntomas urinarios o problemas sensitivos que pasan desapercibidos. Esta guía explica las señales más habituales, las pruebas que realmente ayudan y cuándo conviene derivar a una unidad especializada. Incluye alternativas de tratamiento, tiempos de recuperación realistas y un checklist para preparar la consulta.
¿Qué es la médula anclada en adultos?
La médula anclada ocurre cuando la médula espinal queda “atada” por tejido anómalo o adherencias, lo que limita su movilidad. Con el tiempo, el estiramiento crónico puede generar dolor, alteraciones sensitivas o debilidad. En adultos, puede ser secundaria a disrafismos leves, cicatrices, traumatismos o cirugías previas. La variabilidad de síntomas hace que se confunda con otras causas de dolor lumbar o radiculopatía.
9 señales que deben ponerte en alerta
1) Dolor lumbar con irradiación atípica
Dolor urente o en descarga que baja a glúteos, ingles o cara posterior de las piernas. A veces empeora con posturas mantenidas o esfuerzos que “tensan” la columna.
2) Cambios en la marcha o tropiezos
Sensación de “pierna que falla”, pasos más cortos o inestabilidad en terrenos irregulares.
3) Alteraciones urinarias o intestinales
Urgencia, escapes o sensación de vaciamiento incompleto. En algunos casos aparece estreñimiento persistente o cambios en el control anal.
4) Hormigueo, adormecimiento o pérdida de sensibilidad
Disestesias en piernas o periné que no encajan con un solo dermatoma “clásico”.
5) Debilidad o cansancio anormal al subir escaleras
Particularmente si es progresivo y no mejora con reposo.
6) Dolor que cambia con la postura
Mejoría parcial en flexión (sentado) y empeoramiento con extensión sostenida.
7) Historia de cirugías o traumatismos lumbares
La cicatrización o ciertos procedimientos pueden favorecer adherencias durales.
8) Lesiones cutáneas lumbosacras de nacimiento
Parches de pelo, hoyuelos o manchas en la línea media pueden sugerir disrafismo oculto.
9) Embarazo o deportes que “destapan” síntomas previos
Situaciones de aumento de demanda o cambios biomecánicos pueden hacer aflorar síntomas en quienes tenían reserva funcional.
Cómo se confirma el diagnóstico
Historia clínica y exploración neurológica
Valorar fuerza, reflejos, sensibilidad (incluida zona perineal si procede) y marcha. Importa documentar el impacto en la vida diaria y la evolución temporal.
Resonancia magnética (RM)
Es la prueba clave. Busca signos de cono medular bajo, tracción, cambios del LCR y adherencias. En casos complejos, algunas unidades consideran RM en decúbito prono o estudios dinámicos para evidenciar bloqueos sutiles del flujo de LCR.
Estudios urodinámicos y pruebas complementarias
Si hay síntomas urinarios, las pruebas urodinámicas ayudan a objetivar disfunción. Analíticas y estudios neurofisiológicos pueden apoyar el diagnóstico diferencial.
Diagnóstico diferencial
- Radiculopatías por hernia o estenosis de canal.
- Aracnoiditis adhesiva o fibrosis epidural posquirúrgica.
- Siringomielia y otras cavidades medulares.
- Trastornos de suelo pélvico no neurógenos.
Alternativas de tratamiento
Enfoque conservador
En síntomas leves o estables: educación en dolor, fisioterapia orientada a control motor y tolerancia al esfuerzo, medidas para el sueño y manejo del estrés, tratamiento farmacológico individualizado del dolor neuropático. El objetivo es mejorar función y calidad de vida.
Cuándo considerar cirugía
Si hay impacto funcional relevante, progresión neurológica, dolor refractario o disfunción urológica documentada, puede valorarse la liberación quirúrgica (“untethering”). El objetivo es reducir la tracción, estabilizar o mejorar síntomas y prevenir deterioro adicional. No todos los casos son candidatos: la indicación se decide correlacionando clínica e imagen en una unidad con experiencia.
Beneficios frente a riesgos y efectos adversos
Beneficios esperables: reducción del dolor neuropático, mejora de marcha y sensibilidad, y, en perfiles seleccionados, mejoría de la función urinaria. Los resultados dependen de la causa, la duración de los síntomas y la existencia de siringomielia u otras condiciones asociadas.
Riesgos/limitaciones: infección, fístula de LCR, empeoramiento neurológico infrecuente, adherencias recurrentes y necesidad de reintervención. Es crucial alinear expectativas: muchas veces se busca frenar progresión y lograr mejoras funcionales realistas.
Criterios prácticos para derivación
- Sospecha clínica moderada/alta con RM compatible o dudosa.
- Déficits neurológicos nuevos o progresivos.
- Disfunción urinaria documentada (especialmente si es nueva o empeora).
- Dolor neuropático incapacitante pese a manejo conservador bien realizado.
Tiempos de recuperación realistas
Tras cirugía, la estancia suele ser breve. La recuperación funcional avanza en semanas y continúa durante varios meses. La fisioterapia dirigida, el control del dolor y el seguimiento urológico cuando procede son claves. En manejo conservador, la mejora es gradual; hábitos sostenidos (actividad física adaptada y sueño) marcan la diferencia.
Cuándo acudir a urgencias
- Pérdida súbita de fuerza o sensibilidad en piernas.
- Incontinencia de nueva aparición o retención urinaria aguda.
- Fiebre alta con dolor vertebral intenso.
- Empeoramiento rápido día a día pese a analgesia.
Mitos y realidades
“La RM siempre da la respuesta definitiva”. No en todos los casos; el juicio clínico y, a veces, estudios complementarios son determinantes.
“Si me opero, se cura para siempre”. La cirugía puede mejorar y estabilizar, pero existen recurrencias y variabilidad individual.
“Si duele, reposo total”. El reposo prolongado empeora la condición; la actividad graduada es preferible.
Preguntas frecuentes
¿La médula anclada puede aparecer por primera vez en la edad adulta?
Sí. A veces se diagnostica tarde o se vuelve sintomática por cambios biomecánicos, cirugías previas o demanda física.
¿La RM siempre detecta el problema?
Es la prueba clave, pero algunos casos requieren protocolos específicos o estudios complementarios para confirmar.
¿Cuándo es necesaria la cirugía?
Cuando existe deterioro neurológico, dolor refractario o afectación urinaria, y la correlación clínica-imagen lo justifica.
¿La mejoría es inmediata?
Lo habitual es una mejoría progresiva en semanas/meses; el objetivo puede ser tanto mejorar como detener la progresión.
¿Qué pasa si no soy candidato a cirugía?
Se prioriza un plan multimodal: ejercicio adaptado, tratamiento del dolor neuropático, sueño y educación en dolor.
Importante
Este contenido es educativo y no sustituye una valoración médica. Si presentas signos de alarma o dudas diagnósticas, busca atención profesional.
Referencias
Sitio del Dr. Gilete – Especialidades: Síndrome de médula anclada: https://drgilete.com/es/servicios/evaluacion-del-sindrome-de-medula-anclada/
NORD – Tethered Cord Syndrome: https://rarediseases.org/es/rare-diseases/tethered-cord-syndrome/
Stanford Children’s – Tethered Cord (referencia general de síntomas): https://www.stanfordchildrens.org/es/services/tethered-cord-syndrome.html
Drugs.com (ES) – Síndrome de la médula anclada: https://www.drugs.com/cg_esp/s%C3%ADndrome-de-la-m%C3%A9dula-anclada.html
Wikipedia (ES) – Síndrome de médula anclada (síntomas en adultos; usar con cautela): https://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%ADndrome_de_m%C3%A9dula_anclada
Christopher & Dana Reeve Foundation – Siringomielia y médula anclada: https://www.christopherreeve.org/international/vivir-con-par%C3%A1lisis/salud/causas-de-paralisis/siringomielia-y-medula-espinal-anclada-reeve-foundation/