Si convives con hipermovilidad o Síndrome de Ehlers-Danlos y notas mareos, cefalea occipital, visión borrosa o sensación de “cabeza inestable”, quizá te preguntes si existe inestabilidad craneocervical (CCI). Esta guía te explica, con lenguaje claro, qué síntomas orientan, qué pruebas de imagen aportan más información y qué opciones no quirúrgicas y quirúrgicas pueden considerarse según cada caso.
La CCI es un problema de estabilidad en la unión cráneo-cervical; no siempre aparece en las resonancias supinas. La evaluación combina clínica + imagen dinámica. El tratamiento suele empezar por medidas conservadoras; la cirugía es selectiva y busca proteger el sistema nervioso y mejorar la función.
¿Qué es la inestabilidad craneocervical (CCI)?
La CCI describe un exceso de movimiento entre el cráneo y las primeras vértebras cervicales (C0–C1–C2) por laxitud de ligamentos o alteraciones óseas. En personas con Ehlers-Danlos, la estructura del tejido conectivo puede favorecer esta laxitud. El resultado puede ser irritación o compresión de estructuras neurológicas (bulbo/puente, médula alta, raíces) y vasculares, con síntomas a veces fluctuantes.
7 señales que no conviene pasar por alto
La presencia de varios de estos elementos en conjunto aumenta la sospecha (no sustituyen a la valoración médica):
- Cefalea occipital que empeora al mantener la cabeza erguida o con movimientos.
- Mareo/instabilidad y “niebla mental”, especialmente al estar de pie.
- Dolor cervical alto con sensación de “cabeza pesada” o “que no se sujeta”.
- Visión borrosa, diplopía o fotofobia en episodios.
- Hormigueo/debilidad en brazos o piernas que varía con la postura.
- Disautonomía (palpitaciones, intolerancia ortostática) asociada a dolor cervical.
- Antecedente de hipermovilidad/Ehlers-Danlos o traumatismos cervicales repetidos.
Cómo se estudia: clínica primero, imagen después
Historia clínica y exploración: el profesional evalúa el patrón de síntomas, desencadenantes posturales y signos neurológicos. Se valora también la hipermovilidad generalizada y comorbilidades (migraña, disautonomía, trastornos del sueño).
Imagen estática y dinámica: una resonancia magnética (RM) supina puede ser normal. Por ello, en casos seleccionados se combinan técnicas dinámicas (flexión/extensión y, cuando está disponible, estudios en carga como RM erguida o TC de haz cónico en bipedestación) para evaluar la movilidad real.
Mediciones radiológicas usadas en CCI/AAI: entre las más empleadas están el Grabb-Oakes (pBC2), el BAI (intervalo basi-axial), el BDI (intervalo basión-dens) o el Powers ratio. Son herramientas que complementan la clínica; no existe un único número “mágico” que diagnostique por sí solo.
Mensaje clave: la correlación entre síntomas, exploración y mediciones repetibles es la base para decidir.
Alternativas terapéuticas: escalera de decisiones
Medidas no quirúrgicas (primer escalón)
- Educación postural y dosificación de actividades (evitar posiciones mantenidas en flexión; descansos activos; ergonomía de pantallas).
- Fisioterapia con enfoque en control motor y fortalecimiento de flexores profundos cervicales y musculatura escapulotorácica; progresión individualizada.
- Ortesis (collarines) de uso temporal y supervisado en brotes dolorosos, evitando el desuso muscular.
- Farmacoterapia para dolor neuropático y musculoesquelético; manejo de comorbilidades (migraña, disautonomía).
Intervenciones mínimamente invasivas (casos seleccionados)
- Bloqueos diagnósticos para identificar generadores de dolor específicos (articulaciones facetarias, ganglio C2).
- Rizólisis por radiofrecuencia en dolor facetario refractario (puede aliviar meses; el nervio se regenera con el tiempo).
Cirugía (cuando está indicada)
El objetivo no es “rigidizar por sistema”, sino proteger estructuras neurológicas y restaurar estabilidad cuando la clínica incapacitante se correlaciona con hallazgos sólidos en imagen. Según el patrón, pueden considerarse fusiones C0–C2 o C1–C2, y/o descompresiones asociadas.
Beneficios esperables vs. riesgos/efectos adversos
Beneficios potenciales: reducción del dolor, mejora de síntomas neurológicos/funcionales y de la tolerancia ortostática; mayor autonomía para actividades diarias.
Riesgos: infección, sangrado, lesión neurológica (poco frecuente), pseudoartrosis, dolor en niveles adyacentes, necesidad de revisión, limitación del rango según la extensión de fusión. La decisión debe ser compartida y con expectativas realistas.
Criterios orientativos de derivación
- Síntomas neurológicos progresivos (debilidad, ataxia, disfagia) con correlación en imagen.
- Dolor cervical occipital severo persistente ≥3 meses, refractario a tratamiento conservador pautado.
- Intolerancia ortostática/disautonomía que limita actividades y empeora con la verticalidad, valorada por especialista.
Tiempos de recuperación (aproximados y variables)
Conservador: fisioterapia 8–12 semanas para estabilización y control motor, con progresión de cargas.
Tras cirugía de estabilización: estancia corta; retorno a actividades livianas en 2–4 semanas y reintegración progresiva a los 3–6 meses, con seguimiento clínico-radiológico programado.
Cuándo acudir a urgencias
- Fiebre alta con rigidez cervical, dolor desproporcionado o empeoramiento súbito.
- Pérdida de fuerza en extremidades, trastornos de la marcha o caídas repetidas.
- Dificultad para tragar, hablar o respirar.
- Incontinencia o retención de orina/síntomas de cauda (emergencia).
Mitos y realidades
- Mito: “Si tengo Ehlers-Danlos, seguro tengo CCI.”
Realidad: el Ehlers-Danlos aumenta el riesgo, pero el diagnóstico requiere clínica + imagen coherentes. - Mito: “Un valor aislado en la RM confirma la inestabilidad.”
Realidad: las mediciones ayudan, pero no son diagnósticas por sí solas. - Mito: “El collarín siempre es la solución.”
Realidad: su uso prolongado sin supervisión puede empeorar la estabilidad muscular.
Preguntas frecuentes
¿Puede una RM “normal” descartar CCI?
No siempre. La RM supina puede pasar por alto inestabilidad dinámica; las pruebas en flexo-extensión o en carga aportan contexto en casos seleccionados.
¿Toda CCI requiere cirugía?
No. La mayoría de planes comienzan con tratamiento conservador bien estructurado. La cirugía se valora cuando hay correlación clínica-radiológica y limitación funcional importante.
¿Qué ejercicios suelen ayudar?
Fortalecimiento de flexores profundos del cuello, estabilización escapular y control postural progresivo bajo supervisión de fisioterapia.
¿El uso de collarín es recomendable?
Sólo en periodos cortos y bajo indicación profesional; evitar dependencia y pérdida de fuerza.
¿La CCI puede coexistir con AAI o Chiari?
Sí, y a veces condicionan la estrategia diagnóstica y terapéutica.
¿Cuánto tarda en notarse mejoría tras una fusión?
Varía según extensión y comorbilidades; muchas personas reportan progresos funcionales en semanas, con consolidación del plan entre 3 y 6 meses.
Glosario
CCI: Inestabilidad craneocervical.
AAI: Inestabilidad atlantoaxoidea.
Grabb-Oakes (pBC2): Medición radiológica de relación tejidos blandos-columna en la unión craneocervical.
BAI/BDI: Medidas lineales de posición del basión respecto al axis.
uMRI/uCBCT: Técnicas de imagen en bipedestación o con carga.
Descargo de responsabilidad
Este contenido es educativo y no sustituye una valoración médica individual. Las decisiones diagnósticas y terapéuticas deben tomarse con un profesional cualificado.
Referencias
- Dr. Vicenç Gilete. Blog y recursos de neurocirugía de columna: drgilete.com
- Ehlers-Danlos Society. Manifestaciones neurológicas y espinales: ehlers-danlos.com
- Lohkamp LN et al. Craniocervical Instability in EDS (2022, revisión): PMC
- Nicholson LL et al. Rangos de referencia de medidas CCI (2023): PMC
- MSD Manual. Anomalías de la unión craneocervical: merckmanuals.com
- Ehlers-Danlos Society. Manejo no quirúrgico de UCI/ICC (2023): ehlers-danlos.com